Los Constructores
Los Maestros enseñaron a sus Aprendices una serie de reglas
sencillas. La simplicidad siempre es compañera de la verdad. Allí
donde se vea una complicación, un razonamiento confuso que sólo
algunos pueden entender, podremos pensar que la verdad brilla por su
ausencia. Para comprender la obra de la creación nunca ha sido
preciso ser matemático, ni ingeniero, ni filósofo licenciado, ni
profesor, ni tener diplomas. La verdad trascendente está al alcance
de todos.
Así, pues, los constructores de catedrales enseñaron que para
edificar una sociedad justa sirven las mismas reglas que se utilizan
para erigir un edificio sólido. Sin embargo, la construcción de la
sociedad se inicia por la del propio edificio, el interior.
Si el edificio de nuestra personalidad es poco sólido, tiembla, está
agrietado, si los techos se hunden, si está desnivelado, mal
podremos construir en el exterior lo que tanto nos cuesta edificar
en nuestro propio espacio físico.
En base a estas premisas los constructores dejaron a sus sucesores,
los Masones, una serie de herramientas que les permitían la
edificación de una sociedad justa. Los Maestros de
obra de las Logias de Constructores medievales eran expertos
geómetras. Con la única ayuda de figuras geométricas básicas, como
el círculo, el cuadrado y el triángulo, diseñaron las plantas y
alzados más complejos, además de figuras humanas y animales,
representadas en esculturas y vidrieras.
Por tal motivo, no es extraño que en numerosos edificios veamos
representados algunos de los "atributos" que les identificaban, como
el compás, la escuadra o el nivel. Estos símbolos corporativos
fueron más tarde heredados por la masonería, que aún
hoy los utiliza en sus templos e indumentaria.
Como muestra de la importancia que tenía la
geometría entre los constructores medievales, podemos
encontrar una hermosísima vidriera existente en la
catedral de Chartres, en la que se observa a un maestro
de obras trazando el plano de un edificio con su compás.
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Como así también, los trabajos
de Villard de Honnecourt, un arquitecto
medieval cuyas anotaciones han permitido conocer
con cierto detalle las técnicas y procedimientos
que utilizaban estos expertos trabajadores, tal
es el caso de, por ejemplo, el uso del
pentagrama para crear figuras humanas. |
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